Una lectura filosófica sobre la primera temporada de House of the Dragon
Primera parte.
Entre filtraciones del último capítulo, expectativas semanales y sorpresas por giros inesperados, finalizó la tan esperada primera temporada de “The House of the Dragon”, la serie precuela de la historia narrada en “Game of Thrones”. Basada en el libro “Fuego y Sangre”, de George R.R. Martin, la serie producida por HBO aborda un tumultuoso período de sucesiones en el Trono de Hierro, que decantaría en la principal guerra civil de la familia Targaryen. Así, la serie House of the Dragon parte del año 103 (después de la Conquista), cuando el Rey Viserys (interpretado en la serie por Paddy Considine) asciende al trono, con 26 años de edad. Su corona llegó por un consejo extraordinario, convocado por su abuelo Jaehaerys Targaryen, el más célebre rey de la dinastía Targaryen, quien gobernó Poniente entre sus 14 y 69 años, en lo que se conoce como el período de mayor prosperidad y estabilidad en la gobernanza de la dinastía Targaryen por sobre el continente de Poniente.
A través de este artículo, analizaremos algunos aspectos filosóficos de la serie, fruto de la representación de sus protagonistas, sus narrativas y algunas escenas emblemáticas de los diez capítulos que conformaron esta primera temporada.
Desde el comienzo:
House of the Dragon nos adentra de inmediato hacia un hecho puntual: la sucesión del Rey Jaehaerys Targaryen luego de que sus dos hijos hubieran fallecido. Desde entonces sienta las bases de lo más importante en el hilo narrativo de esta serie: la sucesión por el Trono de Hierro.
Así, tenemos dos contendientes al trono: Rhaenys Targaryen (Eve Best), hija del hijo mayor de Jaehaerys (Aemon Targaryen), por un lado. Por el otro, Viserys Targaeryen, hijo del segundo hijo de Jaehaerys (Baelor Targaryen).
Luego de la votación, Viserys es elegido por un amplio margen, lo que significa para las tradiciones de Poniente, en ese punto, un claro precedente en la ley: al elegir a Viserys, se establece que el heredero será el primer hijo varón del Rey. De lo contrario, se buscarán opciones que permitan elegir a un varón de la línea directa del Rey como alternativa.
La serie abre luego la narración hacia el presente, con una joven Rhaenyra (interpretada por la actriz Milly Alcock), volando a lomos de su dragona, Syrax.
Las escenas se centran en estructuras imponentes, que denotan buenos tiempos en los gobiernos Targaryen, con estabilidad en el reino, prosperidad y una importante cantidad de dragones.
En ese sentido, al incluir por ejemplo el imponente Pozo Dragón (lugar donde contienen, adiestran y anidan los dragones dentro de King’s Landing) se exploran nuevas áreas de conocimiento dentro de este universo, aspecto sobre el que Games Of Thrones de alguna manera exploraba a la par junto a nosotros (ya que no hay existencia de dragones en el mundo hasta que Daenerys hace nacer los suyos).
A su vez, nos introduce una amistad que será un hilo narrativo omnipresente en toda la historia que nos incumbe: la amistad entre la princesa Rhaenyra Targaryen, (de 8 años de edad en el primer episodio) y Alicent Hightower (de 18 años de edad en el primer episodio, interpretada entonces por Emily Carey).
Rhaenyra es la única hija del matrimonio del rey Viserys con su prima, Aemma Arryn. Por tanto, como princesa, ya genera todo un conflicto sobre la sucesión, de ser necesaria. Pero el dato no menor es que el matrimonio entre el Rey y la Reina ha tenido una cantidad de embarazos fallidos que han debilitado a la reina. Por tanto, la necesidad de un heredero varón se siente impostergable.
Con ese argumento inicial se recorren 10 episodios en los que los saltos temporales permiten focalizarse en etapas puntuales que van desencadenando en los diversos conflictos que confluyen a la guerra civil de la familia Targaryen.
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Viserys: el rey pacífico.
Viserys ascendió al trono de hierro con 26 años. Para entonces, llevaba ya diez años casado con su prima, Aemma Arryn. El matrimonio entre ambos estaría marcado por su dificultad para procrear herederos y así será hasta el nacimiento de su primera hija sana, Rhaenyra. Para entonces, el relato de Fuego y Sangre expresa que ese sería el período cúspide del gobierno Targaryen.
Sin embargo, todo se complica cuando el Rey debe tomar una “elección imposible”: elegir entre sacrificar a su esposa, a su hijo o perderlos a los dos. Así, Viserys se ciega en la posibilidad de confirmar su herencia y da paso a un impactante comienzo: decide que se corte el útero para salvar al niño. Aemma muere así en el parto de su primer hijo varón, sin
saber que su muerte estaba decidida, rogando que no quería que abran su vientre (en lo que también significa una importante apropiación del relato de la serie sobre el libro, aspecto en el que me detendré más sobre el final).
Nace entonces el príncipe Baelon, pero solo por unos breves instantes. El rey quiso nombrar a su heredero en honor a su padre, pero su hijo detuvo su respiración. Siguiendo la tradición Targaryen, ambos cuerpos, los de Aemma y el del bebé, son incinerados en una pira funeraria por fuego de dragón. Rhaenyra será la fuerza de la que Viserys carece y ante su dracarys, Aemma y Baelon son incinerados por su dragona, Syrax.
Rhaenyra sintetiza mucho de lo que significan estas escenas, cuando en alto valyrio le dice a su tío, el hermano del rey, Daemon Targaryen (interpretado por Matt Smith): “Me pregunto si, en esas pocas horas que mi hermano vivió, mi padre finalmente encontró felicidad”.
Es Daemon, entonces reprendido por su brutalidad como comandante de la Guardia de la Ciudad, quien le expresa a su hermano otro componente de su propio reinado, a través de una advertencia sobre su Consejo privado: [debes] “protegerte de tí mismo… Eres débil y tu consejo lo sabe”.
Quien dirige ese consejo es Otto Hightower (Rhys Ifans), un estratega que sirvió como Mano del Rey al rey Jaehaerys, así como también a Viserys. Otto plantea su deseo de hablar de la sucesión del Rey y plantea a Daemon como un “problema”, aspecto que también será una constante en los conflictos venideros: el rechazo mutuo entre ambos personajes.
Otto inclusive propone a Rhaenyra como sucesora a la corona, como un método de evitar un “segundo Maegor” (tercer rey Targaryen que tomó el poder por la fuerza y fue apodado “el cruel”) en caso de que Daemon ascienda al Trono de Hierro.
La profecía.
Llega el rumor a Viserys desde su mano, Otto Hightower, que Daemon Targaryen (hermano del Rey), borracho se refirió en las tabernas de King’s Landing sobre Baelon, su sobrino fallecido: “el heredero por un día”.
Esto lleva a que Viserys, en un rechazo visceral hacia su hermano, proponga a Rhaenyra como su heredera. En un diálogo íntimo con su hija, Viserys le pregunta qué ve ella cuando ve a los dragones. Rhaenyra le responde que ve el reflejo de lo que son los Targaryens: “Todo el mundo dice que los Targaryens están más cerca de los dioses que de los hombres, pero dicen eso por nuestros dragones. Sin ellos somos como todo el mundo”.
Viserys le reprocha a su hija que “si no nos importa nuestra propia historia, hará lo mismo con nosotros”. Así, Viserys se refiere a la maldición de Valyria, la erupción volcánica que destruyó a la civilización del Feudo Franco de Valyria (de las cuales los Targaryens eran una familia menor y los Velaryon y los Celtigar dos familias de linaje valyrio, aunque sin ser jinetes de dragón), en su pleno apogeo, cuando contaban con más de mil dragones y una flota imponente en su haber.
“Una cosa es sentarse en una silla sobre un dragón, pero el trono de hierro es el asiento más peligroso del mundo” le dice el rey a su hija. Acto seguido, vemos como las principales casas de la época (Velaryon, Hightower, Baratheon, Stark) juran lealtad a Rhaenyra Targaryen, desde entonces heredera al trono de hierro. Sin embargo, Rhaenyra tiene presente que «él no me escogió; despreció a Daemon», aspecto que hace sentir su herencia algo endeble.
Sin embargo, Viserys le habla a su hija sobre la conquista de Aegon, primer Targaryen que gobernó sobre fuego y sangre al continente: “no fue la ambición lo que lo llevó a la conquista, sino un sueño”.
En este punto, cabe señalar que los Targaryens, además de ser jinetes de dragón, cuentan en su familia con varios soñadores, que en sus sueños tienen imágenes de acontecimientos futuros. El más claro ejemplo fue el de Daenys Targaryen (quien doce años antes de la maldición de Valyria, tuvo un sueño profético en el que veía su fin; es entonces cuando la familia Targaryen decide abandonar el Feudo y asentarse en Dragonstone).
Así, la profecía dice que “Aegon preveía el fin del mundo de los hombres. Empezará con un invierno terrible que se desplazará desde el lejano norte. Aegon vio la oscuridad absoluta cabalgando en esos vientos y todo lo que habita en su interior destruirá el mundo de los vivos. Cuando este gran invierno llegue, Rhaenyra, todo Poniente debe enfrentarse a ella. Y si el mundo de los hombres logra sobrevivir, un Targaryen debe estar sentado en el Trono de Hierro. Un Rey o Reina, lo suficientemente fuerte como para unir al reino contra el frío y la oscuridad. Aegon llamó a su sueño «La Canción de Hielo y Fuego»”.
La narrativa vincula a la serie con lo que más adelante sabemos que transcurre en la historia de Game of Thrones (o “Canción de Hielo y Fuego”, como tituló Martin a su saga). Lo importante aquí es que este sueño ha pasado de rey a heredero (ahora heredera) desde la época de Aegon, hasta llegar de Viserys a Rhaenyra.
En síntesis, Viserys es un Rey marcado por un profundo humanismo: quizá su más claro ejemplo es el vínculo paternal con Rhaenyra. Un rey marcado por los festines, los
banquetes y los torneos. Sin embargo, hasta su decisión de sacrificar a su primera esposa, Aemma, lo persigue hasta sus últimos días. Tanto es así que lo vemos decirle “Aemma” a Alicent en el funeral de Laena Velaryon, en el capítulo siete.
Si algo caracterizará a Viserys es la defensa acérrima de la herencia de su hija, incluso con los restos de su cordura, su fuerza y su vida mientras su enfermedad lo consume. A ella traspasó la sabiduría del reino y ni siquiera el haber tenido a su primogénito varón (Aegon II) cambia que sea Rhaenyra la heredera del trono y la profecía de la canción de hielo y fuego.
Con escenas épicas como su caminata hacia el trono de hierro para defender a Rhaenyra y sus hijos (capítulo 8), pierde su corona mientras se eleva apoyado en su bastón, cuando es coronado por su hermano, Daemon. Allí se denota el afecto que Viserys siente por su hermano y el respeto de éste último hacia el primero.
Así, en su última aparición en el trono reafirma a Rhaenyra en línea de sucesión y consolida que sus hijos son Targaryen, más allá de las sombras que el rumor de bastardos cubre sobre ellos.
Fiel a su impronta, la escena de la «última cena» remarca las características del Rey: su última voluntad fue ver unida a su familia. Procuró la paz siempre que pudo, al punto de aceptar su enfermedad con esa misma paz. Así pidió ser recordado, pidiendo la paz «no solo como rey, sino [como] su padre, su hermano, su esposo y su abuelo».
En síntesis:
Si hacemos un repaso general de la serie, cabe mencionar el vínculo entre ésta y el libro en el que se basa. Al respecto, cabe destacar que en ese sentido, la serie cuenta con una ventaja en su narrativa y es que el libro “Fuego y Sangre” es narrado a partir de un constante relato en tercera persona. Es decir, a lo largo del libro, la historia se nos cuenta a través de los maestres o bufones que vivieron en la época en la que los acontecimientos ocurrieron, contrastando así múltiples visiones y versiones de los hechos.
Sin embargo, la serie encuentra en ese punto la flexibilidad para narrar su propia versión, puesto que al centrarse en los propios protagonistas de la historia, más que un canon el libro sirve como una guía de los hechos.
Así, la serie hizo un trabajo excepcional de los relatos, apropiándose de la narrativa de forma que incluso aquellos que leímos el libro nos llevamos más de una sorpresa.
Por otro lado, fiel al estilo de George R.R. Martin, los conflictos surgen de las zonas grises de los personajes.
De esta manera, vemos cómo Alicent alimenta un odio y recelo hacia Rhaenyra y sus hijos, que a su vez son transmitidos a sus propios hijos con empeño. Y cómo culparla, si también fue lo que alimentaron en ella. Sin embargo, los momentos de cercanía con Rhaenyra eran genuinos, como llega a verse en el capítulo 8, cuando luego de que la cena familiar no terminara de la mejor manera, se vé como Alicent busca reparar el momento y generar acercamiento con la princesa. Pero, es la escena de su último diálogo con Viserys lo que modifica todo. Ella de verdad está convencida de que Aegon debería ser el Rey por la última voluntad de Viserys como rey.
Ahora bien, otro punto en el que cabe detenerse es el simbolismo que representan los dragones: el poder animalizado por excelencia.
En la tercera temporada de Game of Thrones, Daenerys Targaryen expresa en la icónica escena en que se apropia de los inmaculados (ejército de élite); Zaldrizes buzdari iksos daor (un dragón no es un esclavo). Estos animales son fuego hecho carne y, qué es el fuego sino destrucción. Sin embargo, también hay otro simbolismo en los dragones a partir del vínculo entre éstos y sus jinetes. Tenemos así dos claros ejemplos: el de Daemon y Caraxes, por un lado, y el de Rhaenyra y Sirax, por el otro. En el primero, vemos cómo la conexión se establece desde la rabia que siente el dragón al percibir la ira de su jinete, ya desde el primer capítulo cuando Daemon es desterrado de King ‘s Landing. También cuando Daemon recibe un disparo de flecha prendida fuego, su dragón desgañita y no duda en llevarse a su jinete de la escena. Sin embargo, los más claros ejemplos de conexión los encontramos en las escenas que transcurren en Dragonstone, cuando en el capítulo 2 y el capítulo 10 se muestra cómo no hace falta que Daemon llame a su dragón; cuando el conflicto o la necesidad de demostración de fuerza se hace inherente, su dragón aparece en apoyo de su jinete. Por el lado de Rhaenyra y su dragona, vemos un ejemplo similar. En Dragonstone, cuando Rhaenyra recupera el huevo de dragón que su tío robó, advierte a la guardia real: “tengan cuidado de no enfurecer a Sirax, señores, es especialmente protectora conmigo”. Sin embargo, la escena del parto de Rhaenyra en el capítulo 10 es la muestra más evidente de la conexión entre ambas, cuando mediante el dolor de su jinete, se muestran escenas intercaladas de la dragona dando desesperados alaridos.
Nuevamente la serie nos ofrece una exploración en este universo, a través de la escena de Daemon y Vermithor, el centenario dragón que perteneció al rey Jaehaerys Targaryen y que lleva ya décadas sin jinete y oculto. Daemon le canta en alto valyrio y vemos la conexión que establecen a través de sus ojos. De esta manera, se abre la puerta a la posibilidad de explotar más información acerca de los dragones a través de la serie, algo que el libro no llega a profundizar. «¿Quién puede conocer el corazón de un dragón? Hay quienes afirman que el vínculo entre un dragón y su jinete es tan profundo que la bestia comparte los amores y los odios de su amo…», se expresa en Fuego y Sangre.
Finalizando este artículo, les comparto unas últimas impresiones.
A través de las diferencias que vemos entre la serie y los libros, vemos cómo una confusión define los hilos de la historia. Alicent no tiene los elementos para comprender de qué habla VIserys al referirse a la profecía de Aegon I Targaryen, por lo que genuinamente cree que debe coronar a su hijo, Aegon II.
Por otro lado, la escena en que Aemond asesina con su dragón Vhagar a su sobrino Lucerys y su dragón Arrax contrasta con la versión de los libros. Mientras que en Fuego y Sangre se narra cómo es producto del “alma negra” de Aemond, vemos en la serie cómo en realidad Aemond no desea la muerte de su sobrino, sino asustarlo y que es la naturaleza de los dragones lo que desequilibra la situación (ya que Arrax, al sentir la amenaza, protege a su jinete respondiendo con fuego, lo que desata la ira de Vhagar, el dragón más grande del mundo en ese momento). Así, una muestra de poder se desborda y desemboca en una guerra civil. Y es que ese es el principal mensaje de Martin a lo largo de su obra: Todo personaje tiene la dualidad propia de sus situaciones límite, en las que lo definirán por momentos como héroes o villanos de una trama que no sabe de encasillamientos en blanco y negro.
Como sintetiza en el primer capítulo el propio Viserys: “La idea de que controlamos los dragones es una ilusión. Son un poder que el hombre nunca debería haber jugado con él”.
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*Artículo publicado el 17 de noviembre de 2022, en Cooltivarte Portal