Sentís un bloqueo.
Sin esquivar el dolor, estás detrás de tu propia escena y es que ¿quién dijo acaso que es nuestra? ¿Estamos llamados a adoptar un papel dado? ¿O será que nuestros entendimientos anticipan el próximo paso? Y si es así: ¿Quién dictamina que mi entendimiento es el correcto?
Ser mi autoridad me rechina. No lo quiero. Pero me necesito.
¿Es acaso una necesidad ceder nuestra libertad?
Más lo pienso y más queda atrás esta aporía: elegir ceder nuestra libertad es un acto de ella misma.
Elegimos dejar de ser libres y nos liberamos.
Aquello que entiendo mejor para mí, que me genera placer, que me genera paz, que me aporta tranquilidad en un mundo y un tiempo que giran tan deprisa, me resignifica hacia donde quiero.
Entender al tiempo como lo más preciado que tenemos es asumir que no solo tenemos el don de la contemplación de nuestra naturaleza; también somos el poeta que la escribe.