A veces pienso en que pasamos nuestras vidas
persiguiendo luceros.
Nos atrae su esplendor,
como el pez que a ciegas
es seducido por la luz
entre un océano de oscuridad.
Y al igual que la analogía,
muchas luces atraen hacia depredadores.
El brillo nos lleva
hacia las fauces de un animal voraz:
el ego preso de su megalomanía,
que es sumergirse en el fondo de lo que a tientas,
nos da una señal de profundidad.
Santa Teresa, Rocha, 2023
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