Hoy, con el amor abierto como una herida /
que en vez de sangre mana en tu recuerdo /
esa hija pródiga que siempre fue tu alegría;
Hoy, que tras los pasos de quienes fuimos /
se erigen sin pedestales los niños/
devenidos en estos optimistas escondidos;
Hoy que cambia la perspectiva/
que paradójicamente nos lleva a ver/
una nube desde arriba, /
al tiempo suspendido en el aire, /
y este respirar cortito que se conjuga /
con un río tan angosto como el que corre / por mi pupila mientras retiene tu imagen /
Hoy, que el escozor de tus besos /
cruje en mis huesos el gélido invierno interno /
me digo hacia adentro como si fuera /
un juramento petitorio a eso /
en lo que no creemos:
Que en el resultado de este súbito intento/
de empezar de nuevo/
sea el canto del sinsonte el que remueva/
las falsas brújulas que pretenden centrar la existencia/
privándonos del placer del abismo que llegaba antes de la ausencia;
Y que ese canto, /
desalineado y algo desentonado, /
se rompa el techo de ensueño:
único testigo del momento
en que abriste tus alas cobrizas.
Que se sacudan para una nueva travesía
y te lleven bien lejos
¿Qué me importa si al soltar la cuerda / quema mí mano? /
Prefiero saberte en otros cielos o mundos internos /
si ese es el precio, /
de tus risas que son escudo /
ante la amargura.
Yo solo quiero /
que renueves el ansia de sentir lo nuevo /
sin esperar señal o batería /
Y en cada cruce de caminos /
no te arrastre la melancolía /
no te invada el miedo que paraliza:
Que en el final de los principios /
vuelvas a ser tu propio abrigo /
que sin esperar del azar o el destino /
el calor que haga frente a la primera línea de fuego invernal/
que tu cálido tacto/
sea tu primer abrazo/
porque antes de protegerme/
debías protegerte
Y en este último acto, /
de amor desbandado, /
se esparce en el viento /
el polvo que otrora fue roca /
y que hoy se reduce /
a la infinitiquesima parte de un beso /
que roza tu boca.