Los fantasmas vuelven
retorciéndose en el aire;
gozan de su juego y su arte
de segar los dolores más internos
como ese de nunca llegar a tiempo;
a tropezar con la misma piedra,
quemarse con la misma hoguera.
Mientras parados frente al espejo
miramos las obsesiones de la mente
en el ritual de formar palabras
abrazamos descalzos
el descaro y la insolencia
de pretender salvar del naufragio
a nuestro niño enfermo
en el último desaprendizaje:
El miedo es un sólido sostén
de lo que tememos de él.
Apu | Montevideo | 3/02/2024
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